miércoles, 29 de agosto de 2012

***De aquí para allá***


Y vamos a cruzar la península cambiando estas playas, por otras de aguas más cálidas. 














 Hasta la vuelta!!

martes, 28 de agosto de 2012

***Una M.A. Barracus 100%***


No me gusta volar. Sé que son muchas las personas que tienen miedo al avión, pero siempre pensamos que somos nosotros los que más.
Los días antes del vuelo siento un hormigueo en el estomago que hace que mi mano no haga caso a mi cabeza, que mi pierna no se mueva cuando quiero, vamos, lo que yo llamo cortocircuito-total-previo-al-despegue. De repente, como si un impulso más fuerte mandase un mensaje al cerebro, noto como un chispazo, que hace que el corazón bombee sangre más rápido. Y eso pasa desde el momento en que compro el billete, que suele ser con mucha antelación para ahorrarme unos euros. 

Mis amigas ya me han “soportado” en varios vuelos, y digo “soportar” porque esa es la palabra que define mi comportamiento irracional cuando me monto en ese autobús con alas, con azafatas uniformadas que generalmente no hablan mi idioma (sí, aun encima suelo volar en compañías de bajo coste que aparecen en las noticias un día sí y otro también).

Mientras improviso esta entrada, he de decir que por momentos siento ese bombeo extra de sangre que activa hasta la última célula de mi cuerpo, y que eriza cada uno de los vellos de mi anatomía. Creo que en este momento, si uno se detiene a mirarme fijamente verá como los pelos de la cabeza parecen rizarse cada vez un poco más... 


 
Pero me dejo de líos y continúo contando todo lo que me han aguantado mis santas amigas durante los vuelos: lloros desesperados, estrujamiento de brazo cuando ya están a punto de entrar en profundo sueño que hará su vuelo más placentero, movimientos descontrolados de delante atrás con una capucha puesta tapándome las orejas, lo que, además,  les debe producir algo de vergüenza ajena. Niñas desde aquí deciros que lo siento y muchas gracias!

Que conste que la gente siempre se ha portado muy bien conmigo, y el año pasado en el último vuelo, mi querido trankimazin no cumplió como esperaba, y sus efectos no los empecé a sentir hasta que estábamos en pleno vuelo. En el momento del despegue mi novio, que es otro de los M.A. Barracus que nos podemos encontrar por cualquier aeropuerto del mundo, con mirada perdida, ojeras de un año sin dormir, movimientos de zombie…tuvo que tranquilizarme cogiéndome la mano y diciéndome: “tranquila que no pasa nada” y en ese momento piensas “pero ¿qué me vas a decir tu cuando se el pánico que tienes? o te has tomado un trankimazin más destrangis o tienes que estar como yo. Venga que vea también esas lagrimillas caer por tu carrillo”. El otro compañero de fila, muy majo él, me ofreció unos bombones, que no se que tienen que ver con solucionar el miedo a volar, pero supongo que mis lagrimas lo enternecieron o más bien se trataba de un miedica oculto y quería que por favor no lo pusiese más nervioso. 

 
Pero es que no se qué pasa por mi cabeza en ese instante, yo sólo quiero que llegue el momento en que mi visión de miope pueda distinguir arbolitos, puentes y carreteras en miniatura por la ventana y el avión se ponga a bajar al ritmo habitual para que proceda al “aparcamiento” en el aeropuerto (para mi lugar que representa el infierno en la tierra). Y habrá los que estén pensado “pero si ese es el momento más peligroso de la travesía”, me la repampinfla!! No me gusta volar ningún día del año, me da igual que sea martes y 13 o 11 de septiembre!. Yo quiero que mis ojos alcancen reconocer un modelo de coche o ver como el humo sale por la chimenea de alguna casa… a mi  no me valen las afirmaciones, ciertas lo sé, de que se trata del transporte más seguro, que mientras estamos volando piloto y copilotos se están tomando un bocadillo hablando de sus asuntos, ¡me da igual! Yo sólo quiero que cojan su volante y me bajen de las nubes y de la sensación angustiosa que me lleva acompañando desde hace días. 

 
Pues nada, lo dicho, que soy una miedica y que me voy de vacaciones al paraíso de mi hermana. Pero tranquilos, hoy escribo esto porque aún no he empezado con mi tratamiento de trankimazin previo al vuelo! yujuuuuu, viva el trankimazin! Y escribirlo me sirve como inicio de la terapia. Aunque para la próxima vez creo que voy a hacer una revisión de la serie “El Equipo A”, a ver si en algún momento explican que es lo que le suministran a M.A. para ir en ese estado en el avión, sin duda para mí la condición ideal para volar.
Propongamos un chute de lo de M.A. para todos los pasajeros de los aviones y que nadie se entere de turbulencias o pesados/as como yo, una M.A. Barracus 100%!
 
Iba a colgar una foto en el avión volviendo de un viaje en la que parezco el Ecce Homo de Borja, pero mejor la mantengo escondida.

lunes, 27 de agosto de 2012

*** Juegos de siempre***


Londji, es una marca que se dedica a producir y comercializar, juguetes creativos con origen en diferentes partes del mundo, utilizando materiales como el cartón reciclado, madera, entre otros.

Desde huchas de cartón, hasta versiones de juegos de siempre, preparados para que el transporte ocupe poco. 





 
Originales calcomanías con motivos deportivos o del circo.




 
Diferentes tipos de peonzas, que nos tele trasportarán a nuestra infancia. Con forma de fruta, las tradicionales de madera, para bailar en el suelo, en una mano o incluso en el dedo.













 
Juegos tradicionales


 
Títeres de origen peruano.

 
La kalimba, también conocida como piano de dedo, mbira, sansa o malimba entre muchos otros nombres es uno de los instrumentos más característicos de de la música africana. Esta está hecha con una lata de sardina y hierro y el origen lo tiene en Burkina Faso.
 
Puzles de cartón y rompecabezas de madera.



 
Libretas especiales llenas de ilustraciones.




 
Y juegos como el Awele y el Tchuka Ruma, de origen africano, concretamente de Togo.
Yo no me he podido resistir a los caleidoscopios y tengo uno.